Intel fabricará parte de los próximos chips Apple Silicon para MacBook Air e iPad Pro

Intel y Apple Silicon

Lo que hace no tanto parecía un giro imposible en la industria del chip empieza a perfilarse como un movimiento muy real: Apple se prepara para volver a contar con Intel dentro de sus Mac y iPad, pero en un rol totalmente distinto. Tras romper con los procesadores x86 en 2020 y apostar por Apple Silicon basado en ARM, la compañía de Cupertino estudia ahora apoyarse en las fábricas de Intel para producir parte de sus futuros chips.

Según múltiples informes de la cadena de suministro, liderados por el analista Ming-Chi Kuo, Apple habría dado ya pasos concretos para que Intel fabrique los Apple Silicon de gama de entrada destinados a MacBook Air e iPad Pro a partir de 2027. La idea encaja con una estrategia más amplia de diversificación de proveedores y de refuerzo industrial en Estados Unidos, con efectos que también se dejarían notar en mercados como España y el resto de Europa.

Un reencuentro Apple-Intel con papeles completamente distintos

Acuerdo Apple Intel para Apple Silicon

Durante más de una década, los Mac dependieron casi por completo de procesadores Intel basados en arquitectura x86. Ese ciclo se cerró en 2020, cuando Apple culminó la transición a sus propios SoC Apple Silicon con núcleos ARM diseñados internamente. Todo indicaba que los caminos de ambas compañías se separaban de forma definitiva, pero las últimas filtraciones dibujan un escenario muy diferente.

Esta vez, el regreso de Intel se produciría exclusivamente como proveedor de fabricación. El diseño, la arquitectura y la integración de los chips seguirán en manos de los equipos de Apple, que continuarán desarrollando SoC ARM personalizados para macOS y iPadOS. Intel adoptaría un papel de fundición pura, similar al que desempeña hoy TSMC, aportando fábricas, nodos avanzados y capacidad de producción, pero sin marcar el rumbo técnico del producto.

En la práctica, esto significa que volveremos a ver MacBook Air e iPad Pro con chips físicamente producidos en plantas de Intel, aunque seguirán siendo Apple Silicon en toda regla. No hay vuelta a x86 ni a los antiguos problemas de consumo y temperatura de la etapa anterior: se trata de diseños de Apple fabricados sobre procesos punteros de Intel.

Este cambio no es menor en regiones como España y el resto de Europa, donde el MacBook Air y los iPad de gama profesional se han asentado como equipos muy populares en ámbitos domésticos, educativos y profesionales. Una red de fabricación más amplia puede traducirse en más estabilidad de stock y menos sobresaltos en campañas clave como Navidad, la «vuelta al cole» o el Black Friday.

La relación entre ambas compañías pasaría, por tanto, de un «matrimonio» de procesadores completos a una colaboración industrial centrada en la fundición, en la que Apple mantiene el control total del diseño mientras Intel aporta músculo productivo y tecnología de nodo.

Qué chips fabricará Intel y cómo se reparte el juego con TSMC

Chips Apple Silicon M series

Los distintos informes coinciden en que el acuerdo se centraría en los Apple Silicon de gama de entrada de las futuras familias M6 y M7. Es decir, los M «a secas», sin apellidos Pro, Max o Ultra, que son los que suelen alimentar dispositivos de mayor volumen y precio más contenido.

Estos SoC se destinarían a equipos como MacBook Air, determinados modelos de iPad Pro, posibles iPad Air avanzados y algunos Mac de sobremesa de entrada. Mientras tanto, las variantes de mayor rendimiento —Pro, Max y Ultra— seguirían en manos de TSMC, que conservaría la producción de los chips destinados a MacBook Pro, Mac Studio, Mac Pro y a la gama alta de la familia M.

De este modo, el movimiento no pretende sustituir a TSMC, sino complementarla. Apple repartiría la fabricación según el nivel de rendimiento requerido, el coste objetivo y el tipo de producto. TSMC seguiría centrada en los diseños más exigentes técnica y energéticamente, mientras que Intel asumiría el grueso de los procesadores de entrada y gama media, donde la eficiencia por vatio y el coste por unidad pesan tanto como el rendimiento bruto.

Algunas previsiones apuntan incluso a que el volumen total de chips M de gama baja podría reducirse ligeramente respecto a generaciones actuales, si Apple decide lanzar portátiles equipados con SoC derivados del iPhone a partir de 2026. En ese contexto, la participación de Intel se focalizaría todavía más en los modelos que mantienen la marca M, pero con un volumen anual igualmente relevante.

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Para usuarios y empresas en Europa, este reparto de papeles debería derivar en una oferta de Mac e iPad más estable, siempre que ambos fabricantes consigan cumplir sus hojas de ruta de producción y mantener rendimientos aceptables en los nuevos nodos.

Intel 18A y 18A-P: el nodo de 2 nm elegido para los Apple Silicon de entrada

Nodo Intel 18A para Apple Silicon

Uno de los aspectos más relevantes del posible acuerdo es la tecnología de fabricación seleccionada. Según Ming-Chi Kuo y otras fuentes del sector, Intel produciría estos chips con su proceso más avanzado, Intel 18A y su variante 18A-P, catalogados en la franja de los nodos de aproximadamente 2 nanómetros.

Este mismo proceso se utilizará para las próximas familias de procesadores propios de Intel, como Panther Lake y futuras series Core Ultra, lo que sitúa a los Apple Silicon de entrada en la misma liga tecnológica que los chips más punteros de la marca de Santa Clara. En términos de marketing, para Intel resulta clave demostrar que su nodo 18A está preparado para clientes tan exigentes como Apple.

Para poder diseñar sobre este nodo, Apple habría firmado un acuerdo de confidencialidad (NDA) específico con Intel que le da acceso a versiones preliminares del kit de desarrollo de proceso, el conocido PDK (Process Design Kit). Informes internos hablan de que Apple ya habría trabajado con el PDK 18A-P 0.9.1GA, suficiente para realizar simulaciones iniciales en rendimiento, consumo y área.

La hoja de ruta de Intel contempla que las versiones PDK 1.0 y 1.1 de 18A-P lleguen durante el primer trimestre de 2026. Estas iteraciones más maduras permiten cerrar detalles de diseño, ajustar librerías y preparar el salto a la fabricación real, algo crítico para que Apple pueda planificar sus próximos M6 o M7 de entrada con garantías.

Las estimaciones de Kuo sitúan el volumen inicial entre 15 y 20 millones de chips M al año fabricados por Intel. Una cifra modesta dentro del total de producción global de semiconductores, pero muy relevante para Intel Foundry Services y suficiente para cubrir una parte importante de la demanda de MacBook Air y iPad en todo el mundo.

Calendario previsto: de M3 y M4 actuales a los M6/M7 hechos por Intel

Para encajar fechas, basta con repasar el ritmo actual de lanzamientos de Apple Silicon. El M3 debutó en octubre de 2023 y el M4 llegó en mayo de 2024, mientras que los rumores sitúan el M5 alrededor de 2025. Siguiendo esta cadencia, es razonable proyectar un M6 para 2026 y un M7 entre finales de 2027 y principios de 2028, siempre que Apple no altere de forma drástica su calendario.

En paralelo, Intel prevé tener listo su nodo 18A/18A-P para producción masiva en esa misma ventana temporal. Los análisis de Kuo indican que, si no hay retrasos significativos, los primeros Apple Silicon fabricados por Intel podrían empezar a salir de línea entre el segundo y el tercer trimestre de 2027. A partir de ahí, Apple podría integrar estos chips en nuevas generaciones de MacBook Air, iPad Pro y otros dispositivos de gama media.

En el mercado europeo, este calendario se traduciría en que los MacBook Air y algunos iPad vendidos a partir de finales de 2027 podrían incorporar procesadores M diseñados en Cupertino pero producidos en plantas de Intel, probablemente en Estados Unidos, como la Fab 52 de Arizona.

Mientras tanto, otros movimientos en la gama podrían reajustar el peso de los M de entrada. Se ha especulado con un posible MacBook basado en un chip derivado del iPhone a partir de 2026, lo que reduciría la presión sobre la serie M más básica y encajaría con una demanda algo más contenida para estos modelos.

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En cualquier caso, ni Apple ni Intel han confirmado oficialmente estos planes, de modo que el cronograma sigue dependiendo de que el desarrollo del nodo 18A y el diseño de los nuevos M se mantengan sobre lo previsto, sin tropiezos graves.

Por qué Apple busca un segundo proveedor además de TSMC

Hasta ahora, TSMC ha sido el socio exclusivo de Apple para la fabricación de sus chips principales: tanto los A-Series del iPhone como los M-Series de Mac y iPad salen de sus fábricas. Este modelo ha permitido un grado de optimización muy alto, pero también concentra mucha responsabilidad en un único proveedor y en una región concreta del mundo.

La posible entrada de Intel responde a la necesidad de diversificar la cadena de suministro de semiconductores y reducir la exposición a riesgos geopolíticos, cuellos de botella productivos o incidencias locales. No se trata de reemplazar a TSMC, sino de distribuir cargas y ganar margen de maniobra en un componente tan crítico como el procesador.

Contar con dos fundiciones capaces de producir Apple Silicon en nodos avanzados permite a la compañía mitigar el riesgo de «punto único de fallo». En escenarios de tensión comercial, desastres naturales o inestabilidad regional, disponer de capacidad de fabricación en distintas geografías se convierte en un seguro estratégico.

Para el usuario medio en España o en cualquier otro país europeo, ese debate industrial se traduce en algo mucho más concreto: menos probabilidad de roturas de stock y una oferta de productos más previsible. Si Apple puede repartir pedidos entre TSMC e Intel, resulta más sencillo mantener el flujo de Mac y iPad en momentos de alta demanda.

Además, tener dos socios compitiendo en nodos avanzados da a Apple más margen de negociación en costes y plazos. Que esa mejora se refleje o no en el precio final para el consumidor dependerá de la estrategia comercial de la compañía y de la situación económica general, pero sí puede ayudar a evitar subidas repentinas vinculadas a la escasez de chips.

Qué gana Intel: impulso a su negocio de fundición y cambio de rol histórico

Para Intel, conseguir que Apple le confíe parte de la producción de sus chips M sería un respaldo enorme para Intel Foundry Services, la división con la que aspira a competir de tú a tú con TSMC y Samsung en fabricación para terceros. Tras años de retrasos y dificultades para mantenerse al día en nodos líderes, un acuerdo de este calibre serviría como prueba de que ha recuperado competitividad.

El hecho de fabricar Apple Silicon basados en arquitectura ARM supone, además, un cambio simbólico de calado. Durante décadas, el negocio de Intel ha girado en torno a x86; producir grandes volúmenes de chips ARM diseñados por otro fabricante implica abrazar plenamente el modelo de fundición abierta que hasta ahora dominaban actores asiáticos.

Un contrato con un volumen estimado de entre 15 y 20 millones de chips M al año ayudaría a llenar líneas de producción en 18A/18A-P, contribuyendo a amortizar las enormes inversiones en nuevas plantas y equipamiento en Estados Unidos. Para Intel, asegurarse un cliente estable a ese nivel es clave para justificar su apuesta por los nodos más avanzados.

Si la colaboración funciona y Apple queda satisfecha con los resultados, otros grandes diseñadores de chips —incluidos actores europeos— podrían ver a Intel como una alternativa real a TSMC y Samsung para proyectos de alto nivel. Empresas como Nvidia o desarrolladores de SoC personalizados podrían estar más dispuestas a confiar parte de sus diseños a la fundición estadounidense.

Desde el punto de vista de imagen, el giro también es significativo: Intel pasaría de ser el proveedor del que Apple se desligó en 2020 a convertirse en uno de los pilares industriales de sus futuras generaciones de Apple Silicon, aunque en un rol diferente al de antaño.

Lectura política y geoestratégica del movimiento

Más allá de la tecnología, el posible pacto Apple-Intel tiene una dimensión política clara. Estados Unidos lleva años impulsando la fabricación de semiconductores avanzados en su propio territorio, apoyando con fondos públicos la construcción de nuevas fábricas y ofreciendo incentivos fiscales para nodos punteros.

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En ese contexto, que Apple traslade parte de la producción de sus chips M a plantas de Intel situadas en suelo estadounidense le permite alinearse con la agenda de reindustrialización tecnológica de Washington. La compañía puede presentar este movimiento como una muestra tangible de compromiso con el «Made in USA», algo que pesa en el debate político interno y en su relación con futuras administraciones.

Este factor resulta relevante teniendo en cuenta que Apple se encuentra bajo escrutinio regulatorio y político constante en temas como competencia, privacidad o fiscalidad. Poder alegar que una parte crítica de sus productos —el silicio que los impulsa— se fabrica en Estados Unidos añade argumentos a su favor cuando se discuten nuevas normas o aranceles.

Mientras tanto, Europa intenta reforzar su propia industria de semiconductores mediante iniciativas como la European Chips Act, con el objetivo de atraer fábricas de procesos avanzados al territorio comunitario. Que los nodos líderes sigan concentrándose principalmente entre Estados Unidos y Asia subraya el desafío al que se enfrenta la UE.

Para los usuarios españoles y europeos, la consecuencia práctica es que los MacBook Air e iPad Pro vendidos aquí seguirán dependiendo de decisiones industriales tomadas a miles de kilómetros, aunque con un reparto de riesgo más equilibrado entre TSMC e Intel que en el pasado reciente.

Impacto real para usuarios en España y el resto de Europa

Desde la perspectiva del consumidor en España, todo este entramado de nodos, fundiciones y acuerdos puede sonar lejano, pero tiene efectos bastante directos en la experiencia de compra. La disponibilidad de modelos como el MacBook Air o los iPad Pro en tiendas físicas, distribuidores oficiales y comercios en línea depende, en gran medida, de que Apple tenga asegurado un flujo estable de chips.

Si Intel logra cumplir con los plazos y volúmenes previstos, los procesadores M de gama básica y media deberían llegar con menos sobresaltos a la cadena de suministro. Esto se traduciría en lanzamientos con mayor stock inicial y menos listas de espera, algo especialmente importante para universidades, empresas y administraciones públicas europeas que planifican renovaciones de equipos.

El precio es otro punto a vigilar. Todavía es pronto para saber si fabricar parte de los chips con Intel abaratará los costes unitarios para Apple, pero disponer de dos proveedores en nodos avanzados suele reforzar la posición negociadora del cliente. Aun así, que ese ahorro llegue al consumidor final dependerá de cómo decida la compañía ajustar sus márgenes y de la situación económica general en la UE.

No parece realista esperar una bajada drástica de precios solo por cambiar de fundición, aunque sí es razonable pensar que este movimiento pueda ayudar a evitar subidas bruscas vinculadas a la escasez de semiconductores, como ya ha ocurrido en otros sectores tecnológicos y en la automoción.

En lo que respecta a prestaciones, trabajar con nodos como Intel 18A y 18A-P garantiza que los usuarios europeos seguirán accediendo a portátiles y tabletas con mejoras claras en rendimiento y eficiencia energética. Mientras Apple mantenga sus estándares de diseño y validación, el cambio de fábrica debería ser casi invisible para quien compra un Mac o un iPad en España, más allá de la posible mejora en disponibilidad.

Todo apunta a que el plan por el que Intel fabricará los próximos chips Apple Silicon de gama de entrada para MacBook Air e iPad Pro a partir de 2027 puede reordenar de forma discreta el mapa global de la fabricación de semiconductores: Apple ganaría margen y resiliencia en su cadena de suministro, Intel reforzaría su apuesta por la fundición de nodos líderes y TSMC conservaría su peso en la gama más avanzada, mientras que los usuarios en España y Europa notarían sobre todo una oferta de Mac y iPad más estable, con ciclos de renovación más predecibles y menos sobresaltos de stock o de precio ligados a los vaivenes de la producción de chips.

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