La cuenta atrás ya ha empezado: el ciclo de vida de Windows 10 entra en su recta final y Microsoft apura las últimas revisiones del sistema. Aunque el software seguirá funcionando, el cambio marcará un antes y un después para millones de equipos que aún lo usan a diario.
En estas semanas, la compañía está priorizando actualizaciones con mejoras generales y correcciones para dejar el sistema lo más estable posible antes del adiós. Aplicarlas cuanto antes es clave para no arrastrar fallos y preparar el PC para el momento en que deje de haber parches.
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Fecha y alcance del fin de soporte
El día señalado es el 14 de octubre de 2025. A partir de esa fecha, Windows 10 dejará de recibir actualizaciones de seguridad y asistencia técnica dentro del soporte estándar. Si surge una vulnerabilidad o un fallo crítico después, no habrá corrección para el público general.
Aun así, los equipos con Windows 10 seguirán arrancando y funcionando. El problema aparecerá con el tiempo, cuando los agujeros de seguridad o los fallos sin parche empiecen a acumularse y afecten a estabilidad, compatibilidad y protección de datos.
Ante ese escenario, la vía natural será dar el salto a Windows 11 para mantenerse al día. Si el PC no cumple requisitos (por ejemplo, TPM 2.0), tocará valorar la compra de un equipo compatible o recurrir a opciones temporales para estirar la vida útil con ciertas limitaciones.
Mientras llega la fecha, Microsoft está rematando los últimos parches de Windows 10 con retoques menores pero importantes, de modo que conviene mantener el sistema en la versión más reciente disponible.
Cómo extender las actualizaciones con ESU
Para quienes no puedan o no quieran migrar de inmediato, Microsoft ofrece el plan de Actualizaciones de Seguridad Extendidas (ESU). En el caso de usuarios domésticos, permite recibir parches 12 meses adicionales, hasta el 13 de octubre de 2026.
La inscripción se gestiona desde Windows Update en la Configuración del sistema, donde aparecerá un asistente específico si el equipo cumple requisitos. Microsoft plantea tres vías de acceso al ESU para particulares:
- Gratis: realizar y mantener el respaldo de la configuración en OneDrive.
- Canjear 1.000 puntos de Microsoft Rewards asociados a tu cuenta.
- Pago único aproximado de 30 euros.
Antes de inscribirse, hay que cumplir varias condiciones técnicas. El PC debe estar en Windows 10 versión 22H2, haber instalado los parches acumulativos más recientes y usar una edición compatible (Home, Pro, Pro for Workstations o Pro Education). Además, se exige iniciar sesión con una cuenta Microsoft con permisos de administrador.
El proceso recomendado consta de unos pasos claros: entrar en Configuración, abrir Actualización y seguridad, acceder a Windows Update, descargar e instalar todo lo pendiente y, cuando aparezca el aviso del fin de soporte, pulsar en «Inscribirse ahora» para activar el ESU.
En entornos profesionales, el programa se amplía. Las organizaciones pueden contratar hasta tres años adicionales de parches, con tarifas anuales por dispositivo que aumentan con cada periodo. Es una solución puente pensada para migraciones ordenadas a Windows 11 en infraestructuras complejas.
Impacto, polémica y alternativas
El adiós a Windows 10 llega con debate. Colectivos de derecho a reparar y entidades de economía circular alertan de un caso de obsolescencia inducida por software: calculan que cientos de millones de ordenadores aún válidos pueden quedar fuera de uso por falta de soporte, con un impacto potencial de más de 700 millones de kilos de residuos. Reclaman reglas de ecodiseño que alarguen el soporte de software durante muchos más años.
La fecha coincide con el Día Internacional de los Residuos Electrónicos (14 de octubre) y antecede al Día de la Reparación, que impulsa talleres y acciones locales para prolongar la vida de los dispositivos. Estas iniciativas sostienen que alargar el uso evita emisiones ligadas a la fabricación, transporte y ensamblaje de nuevos equipos.
En paralelo, Microsoft está empujando una transición «ordenada» con un enlace en Windows Update hacia el Programa de Intercambio de la Microsoft Store. La idea es tasar el valor del PC con Windows 10 para venderlo y financiar un equipo nuevo —preferentemente con capacidades modernas—, o bien derivarlo a reciclaje donde haya servicios disponibles. La propuesta ha generado críticas por el encaje entre sostenibilidad y la renovación de hardware.
El fin del soporte también trae efectos en el ecosistema. Steam dejará de dar soporte a Windows 10 de 32 bits el 1 de enero de 2026: el cliente seguirá funcionando durante un tiempo, pero no recibirá actualizaciones ni parches y su experiencia se degradará. La afectación será mínima (estimaciones de uso en torno al 0,01%), y la recomendación es pasar a 64 bits o migrar a Windows 11.
Las consultoras anticipan un empuje en la renovación de equipos. Firmas como Jon Peddie Research prevén un salto notable en ventas de hardware para PC ligado a la transición desde Windows 10, con millones de usuarios obligados a actualizar CPU, placa y memoria si quieren dar el paso a Windows 11. Si el ESU gratuito para parte de los usuarios se mantiene, una parte del pico podría desplazarse a 2026.
Para quienes no puedan cambiar de máquina, hay varios caminos realistas: pagar el ESU para ganar tiempo, evaluar la migración a otro sistema operativo compatible con el hardware, mantener Windows 10 asumiendo riesgos (no recomendado) o explorar métodos no oficiales para instalar Windows 11 en equipos no compatibles, algo que Microsoft desaconseja por motivos de seguridad.
El panorama que se abre combina seguridad, sostenibilidad y presupuesto. Conviene actualizar Windows 10 a su última versión, apuntarse al ESU si aplica y planificar con calma el salto a un entorno soportado. Así se evita quedar expuesto a vulnerabilidades y se gana margen para decidir qué hacer con el hardware actual.